El principio del final del fútbol modesto

Si se revisan los resultados de una jornada cualquiera de categorías inferiores, nos encontramos con auténticas aberraciones en forma de palizas. Resultados que para algunos son “graciosos”, 15-0, 20-1, 25-2…

¿De verdad alguien se cree que esto puede traer algo bueno?

No todos los padres nos podemos permitir tener a nuestros hijos en escuelas deportivas con monitores muy cualificados y alta competitividad, y algunos de nuestros hijos, a los que les encanta jugar al fútbol, lo deben hacer en escuelas de menor entidad y con monitores que, a pesar de tener la mejor de las intenciones e incluso poner dinero de su bolsillo para dar la posibilidad a los peques, no cuentan con una formación extraordinaria para esta función, además de afrontar las competiciones con equipos justos de efectivos y sin hacer ningún tipo de selección previa.

En estas escuelas menos agraciadas, también hay pequeños con cualidades importantes para la práctica de este deporte, y cuyos padres no pueden permitirse el lujo de facilitarle una formación de mayor calidad y competitividad.

Ahora el problema real: ¿Alguien se ha parado a pensar cuántos de estos niños menos afortunados en su formación inicial, que cuentan con cualidades innatas para la práctica del fútbol, terminan aborreciendo este deporte paliza tras paliza?

¿Alguien se ha parado a pensar que estos chicos son fundamentales por ser la  base el fútbol modesto de mañana?

Sinceramente, creo que esto es el principio del fin del fútbol modesto, y ojo, el chaval que lo deje por este motivo, pierde el gusto por el fútbol, con lo que, adiós aficionados.

Por eso querría hacer un llamamiento a tres sectores para tratar de reducir el problema:

1.- Federaciones: Como organizadores siempre tienen la máxima responsabilidad, y algo podrán hacer para que no se produzcan estás palizas. (Una idea personal drástica podría ser la finalización del partido en cuanto la diferencia de goles alcanza una cifra, que podría ser variable en función de la categoría) Seguro que con la experiencia del personal de las federaciones podrían idear soluciones mejores.

2.- Entrenadores/monitores: Estarán de acuerdo conmigo que de un partido donde metes 25 goles al rival, incluso los ganadores no han aprendido nada, pues sin oposición no se exige esfuerzo. También existen ejercicios como el mantenimiento de posesión de balón que se pueden realizar durante un partido para no humillar al rival, o se puede dar mayor protagonismo a jugadores menos cualificados. Ojo, no digo que con la portería vacía se renuncie al gol y se toque el balón atrás, que eso sería humillación con mayúsculas, pero tampoco me parece correcto, como he visto en alguna ocasión, a un entrenador ganando por una docena de goles exigiendo a sus jugadores continuos disparos a puerta, presión al contrario y más y más goles. Un poquito de por favor.

3.- Padres y Madres: Aquí voy más por la parte de los vencedores, no inculquemos a nuestros hijos la cultura de la humillación al rival, que si mañana caen al revés, el niño puede sentirse muy frustrado, y en categorías inferiores las cosas pueden cambiar mucho de un año al siguiente, sobre todo los que tienen la suerte de disputar categorías autonómicas o nacionales, pasando de ser los abusones de una categoría provincial a ser los abusados en una categoría autonómica o nacional.

Esto es simplemente mi forma de pensar, y no una verdad absoluta, pero ojalá muchos estuviesen de acuerdo y se pudiese hacer algo para que todos los chicos disfruten de la práctica del fútbol y sigan disfrutando de este deporte con los años, tanto desde dentro del campo como desde la posición de espectador.