Los Riazor Blues llaman a la acción a las aficiones contra el fútbol moderno

Los Riazor Blues llaman a la acción a las aficiones contra el fútbol moderno

Son muchas las aficiones enfadadas con el rumbo que está tomando el fútbol profesional. Las muestras de descontento hacia la Liga de Fútbol Profesional, su presidente Javier Tebas y los demás dirigentes son una constante en las gradas de los estadios españoles.

Cada vez se producen más restricciones amparándose en la seguridad y las decisiones sobre fechas u horarios de encuentros no suelen tener en cuenta las circunstancias de los que quieren desplazarse en persona al estadio, si no que están únicamente pensadas para que el partido se ve por cuanta más gente, mejor. Como dijo el político: “aquí y en la China popular”. Literalmente.

Hoy mismo los hinchas del Real Club Deportivo de la Coruña, los Riazor Blues, han hecho público un comunicado en el que llaman a la acción a todas las aficiones. Entienden que día tras días son vulnerados derechos fundamentales y piden unión para acabar con lo que entienden como abusos. El comunicado íntegro es el siguiente:

Desde hace ya unos años, viene aumentando día tras día el maltrato al aficionado por parte de quienes rigen los destinos de este país y de este deporte. En un mundo en el que solo cuentan el dinero y la rentabilidad, el fútbol no podía ser una excepción. Los millones y los focos de la televisión se hacen con todo el protagonismo, a costa de lo que siempre ha sido es y será la esencia del deporte rey: los hincas. El día que estos falten de poco servirán los goles de Cristiano o la magia de Messi. Como bien dijo Eduardo Galeano, jugar sin hinchas es como bailar sin música. Sin hinchas, el fútbol habrá muerto.

Poco parece importantes, sin embargo, la lenta agonía del fútbol a quienes lo dirigen. Las normas que en nombre de la seguridad controlan las gradas cada vez son más restrictivas. Primero fue la Ley del Deporte, que concede a los agentes de Policía carta blanca a la hora de acusar de lo que les venga en gana a quienes solo quieren disfrutar de su equipo. A ella, más recientemente se le han unido las famosas circulares de la LFP. Una simple carta no del Gobierno ni del Parlamenteo, sino de una entidad que se dedica a organizar competiciones deportivas, se considera suficiente para limitar o prohibir los más elementales derecho. Libertades como la de expresión, reunión y asociación, reconocidas y protegidas en constituciones, tratados y demás cartas de derechos internacionales se ven reducidas a cenizas por obra y gracia de unos señores que un buen día decidieron que unos derechos que gozan de protección universal debían desaparecer cuando se cruzan los tornos de seguridad de un estadio.

Y es precisamente esta eterna excusa, la de la seguridad, la que hace que muchos forofos acepten estas medidas. Porque solo van dirigidas hacia aquellos que se portan mal. Hasta que llega el día en que sedan de bruces con la realidad. Decisiones arbitrarias como la prohibición de elementos que no suponen ninguna amenaza para la seguridad, como banderas, megáfonos, bombos y pancartas. Medidas orwellianas como la identificación biométirca para acceder a los estadios. Restricciones ridículas como no poder acceder al estadio con la camiseta del equipo visitante. Por no hablar de la lotería de los desplazamientos, en los que la ley es el capricho de cada mando policial de turno.

Tampoco son ajenas a toda esta escalada represiva todas aquellas personas que no frecuentan los estadios de fútbol. Este lugar en el que hoy nos encontramos, en el que las gradas y la calle se funden en uno, es el escenario idóneo para recordar que las gradas no son un planeta aparte, y que todo derecho que se recorte dentro de ellas será un espacio recortado a la libertad de toda su magnitud. Prueba de ello es cómo la Ley del Deporte que tantos estragos ha causado en los recintos deportivos fue sacada a la calle hace un año, después de que el experimento contra las libertades que se hizo en los estadios se extendiera al resto de espacios en forma de Ley Mordaza. La represión en los campos de fútbol no es sino un síntoma más del progresivo recorte de libertades en todos los ámbitos de la sociedad.

Ha llegado el momento de decir basta. Todo paso atrás que demos será un paso adelante que estará dando el fútbol hacia el abismo. Toda cesión que hagamos en la defensa de nuestros derechos será una nueva limitación de nuestra libertad que difícilmente podremos recuperar. Ha llegado la hora de reivindicar el fervor, la alegría, el entusiasmo, de rechazar el conformismo y la sumisión en la que nos quieren hundir y humillar. De reivindicar algo tan básico como que se nos trate con respeto. Defendamos nuestra pasión, cada uno con nuestro colores pero con un mismo mensaje, antes de que el fútbol se vuelva gris para siempre.

El fútbol sin los hinchas no es nada.

 

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